Mkroenpresak mugimenduan: cuento

. 17 feb 2010


En esta ocasión me gustaría dejaros algo que ha sido especial para mi. Os hablo de un cuento que redacté para explicar el proceso del proyecto de microenpresas que estamos llevando a cabo con Iraurgi Lantzen. Digo que es especial porque creo que es la primera vez en mi vida que consigo escribir un cuento con sentido. Sin más quería compartirlo con vosotros, espero vuestras sugerencias para mejoras futuras,



Aquí os lo dejo:

"Erase una vez un ecosistema denominado “la selva”. En la selva, la vida era dura, cada uno tenía que buscar su propia comida, los seres vivos estaban muy distribuidos y apenas se ayudaban, el grande se comía al pequeño, cada especie se refugiaba en su manada. El clima no ayudaba, hacía frío y muchas veces llovía. Ésta era la situación a la que se enfrentaban en “La Selva”.

Yo, como leona, reina de la selva, fui percatándome de que algo no iba bien. Las cebras ya no corrían con esa elegancia que les caracterizaba, los monos no paraban de molestar a otras especies, el topo no salía de su madriguera. Ya no existían los sonidos de “la selva”, los sonidos se habían convertido en ruido. Algo pasaba y no sabía qué. Tenía miedo y no sabía a quién acudir, yo siempre había sido la reina de la selva.

Me encontraba en la cima del Akaratu, desconsolada, aullando, pidiendo ayuda a gritos silenciosos cuando apareció Ira, la jirafa. Ira me preguntó ¿Qué te pasa Leo? Y yo le comenté:
- Ira, estoy preocupada, aquí está pasando algo y no sé qué es, cada vez los siento más cerca pero no sé lo que son. Tenemos que hacer algo.
Ira, al ver la preocupación de Leo, empezó a reflexionar y a la de 15 minutos dijo:
- Leo, lo tengo! Tenemos que juntarnos las especies y ver cada uno cómo vemos la amenaza y qué ideas se nos ocurren entre todos. Esto no lo puedes hacer tú sola, es cosa de todos.
- Tienes razón pero por dónde empezamos? Me preguntó Ira
- Podríamos empezar a reunir a algunas especies y ver qué les parece a ellos. Tendrían que ser especies activas, movidas, comprometidas con “la selva”, seguro que lo conseguimos.
- Yo ya tengo algunos buenos contactos, me dijo Ira. Podemos empezar a visitarles uno a uno para ver si se quieren unir a nosotras.

Así, comenzamos un viaje que no sabíamos dónde terminaría pero en nuestro interior sentíamos que lo estábamos haciendo bien. Ira y yo nos sentíamos muy ilusionadas por este nuevo rumbo que habían cogido nuestras vidas. En realidad era un cambio en el modo de funcionar de “La Selva” ya que nunca antes a nadie, se le había ocurrido que juntándonos diferentes especies en un mismo sitio podríamos llegar a construir algo bueno para todos.

Nos pusimos en marcha y visitamos uno a uno a 8 de las especies más movidas de nuestro ecosistema. Pasamos a invitar a la Liebre, la Boa, la Tarántula, el jabalí, la cebra, el águila, el mono y el ratón.

En la acogida, vivieron emociones contrapuestas. Por un lado sentían miedo a lo que podía pasar estando todos juntos ¿Podremos hablar con libertad? ¿Se tendrán en cuenta nuestras aportaciones? Se preguntaban. Pero por otro lado les emocionaba el empezar a construir algo de forma diferente.

Como se esperaba, todos acudieron a la cita propuesta el día 9 de febrero a las 14:30 en los altos del Akaratu. Ira y yo estábamos nerviosas, no sabíamos cómo iban a reaccionar todos los demás. Y comenzó la reunión.

Ira, dio la bienvenida a todas las especies presentes y yo continué expresando mis sentimientos y sensaciones. Poco a poco, todas las especies se fueron animando y una a una iban presentándose y contando sus percepciones. De repente el jabalí gritó!:
- Esto no puede seguir así, tenemos que empezar a actuar nosotros ya!!! No podemos dejar que nos destrocen “La Selva”, nuestro hogar, nuestra vida.
El águila comentó que ella con su visión podía ver más allá y que podía aportar lo que los demás no veíamos. A mí me pareció una idea brillante.

En cambio, La tarántula, se sentía insatisfecha, no estaba segura de que reunirnos fuera lo mejor ya que ella tenía suficiente con lo suyo, pero las demás especies la fueron animando y al final decidió dar una oportunidad a este nuevo modo de hacer las cosas.

Estábamos inmersos en el dialogo cuando el mono dijo:
- Creo que podríamos invitar a más especies para participar en esta reunión, a mí me gustaría invitarle al chimpancé, es mi amigo y seguro que tiene mucho que aportar.
La idea del mono, tuvo muy buena aceptación y así se decidió que para la siguiente reunión se juntarían 18 especies. El mono le invitó al chimpancé jefe, la liebre al gato montés, la boa al erizo, la tarántula a la mariposa, el jabalí al elefante, la cebra al tigre, el águila al pájaro carpintero y el ratón al topo.
Ya se había tomado la primera decisión importante, ampliar el grupo. Entonces, se me iluminó la cara y dije:
- Creo que para avanzar más rápidamente con el plan de acción, lo mejor será que yo pase uno a uno a visitaros durante una hora y así hablemos tranquilamente sobre lo que nos preocupa a cada uno y veamos y reflexionemos sobre diferentes alternativas. Así podré ir anotando las aportaciones de todos antes de la siguiente reunión.
- ¡Me parece una idea muy buena! Dijo el ratón.

Así, se tomó la segunda decisión, en las siguientes dos semanas, yo pasaría por los campos en los que se encontraba cada especie para hablar con ellos uno a uno y así ir cerrando asuntos.

Terminó la reunión con mucha energía, todos estábamos contentos del nuevo rumbo, ahora había que empezar a trabajar. Uno a uno nos fuimos despidiendo hasta la próxima reunión, nos dimos ánimos unos a otros y salimos todos con una sonrisa en la boca. ¿Qué nos deparará el futuro? Nos preguntábamos.

Cuando se fueron todos Ira y yo nos quedamos a hablar largo y tendido. Hablamos sobre cómo había ido la reunión, sobre cómo consiguieron las especies convencer a la tarántula de que había que apostar. Nos sentíamos contentas pero seguíamos con la misma preocupación: ¿Nos dará tiempo a crear y desarrollar el plan de acciones antes de que la amenaza nos coja?

Fueron pasando los días y yo iba visitando uno a uno a las especies, el primero fue el mono y mantuvimos una conversación muy agradable. Él comentaba que nunca había tenido relación con otras especies sólo con los chimpancés y llegamos a la conclusión de que aumentando nuestros contactos podíamos llegar a hacer nuevas cosas. El mono siempre había tenido ganas de volar pero no podía, entonces le dije:
- ¿Por qué no hablas con el Águila y le preguntas si estaría dispuesto a darte una vuelta encima de él?

Seguí con el recorrido, me pasé dos semanas caminando sola por la selva, de un lado a otro, pensando en las especies, en lo que me contaban y cada vez tenía más información. Estaba preparada para la siguiente reunión.

Llegó el día esperado, la segunda reunión. Era una reunión diferente porque ahora sí que estábamos muchas de las especies de la selva presentes. Conseguimos juntarnos 18!! Yo estaba abrumada, pensé ¿El tigre no será capaz de comerse a la libre, verdad?. Ya veremos lo que ocurre hoy.

El Akaratu se encontraba en el centro de la selva, desde lo alto se podían ver todos y cada uno de los rincones de la selva. Estuvimos observando las vistas durante 10 minutos, todos en silencio, contemplando esa belleza, esa grandeza, nuestro hogar. Nos empezamos a poner un poco melodramáticos y así comenzamos la reunión. Al principio fue difícil ya que sólo hablaban los que habían estado en la primera reunión, los demás estaban muy pasivos, entonces decidimos que éramos demasiados como para hablar todos juntos y que mejor nos dividíamos en grupos de 4 especies y que empezáramos con los ejercicios. Para ello, yo había preparado diferentes ejercicio para hablar y profundizar a partir de los comentarios que me fueron haciendo todas las especies.

Terminamos la reunión con mayor lío en la cabeza que antes, ¿será un buen síntoma? Espero que sí pensé. Al final de la reunión, las 8 nuevas especies que habían asistido, tenían ganas de comentar más cosas pero ya no nos quedaba más tiempo, cada uno tenía que volver con los suyos. Por eso decidimos hacer lo mismo que en la primera reunión, yo pasaría a visitarles uno a uno y hablaríamos sobre las ideas, los miedos... de cada uno.

Al día siguiente, comencé mi ruta, esta vez empecé por juntarme con el chimpancé. Nunca había estado allí y me alucinó, habían hecho construcciones y cada uno de ellos vivía en una parte, tenían familias y compartían la comida. Era una vida muy diferente a la mía y vi que eran felices, entonces pensé ¿se puede ser feliz viviendo de manera diferente a la mía? Parecía que sí.

La reunión que más me impactó fue la que mantuve con el elefante. Siempre me habían dado un poco de miedo los elefantes pero son muy buenos, honrados y lo único que quieren es tranquilidad y felicidad. El elefante me contó que hacía un par de meses mataron a su hermano unos seres muy extraños, pequeños y gritones. Él estaba muy triste y sentía que esos seres volverían. Me pidió que siguiéramos con este proceso porque él no sabía que hacer, estaba desesperado.

Esta reunión me sirvió para coger más fuerza era verdad! Algo pasaba!

Con toda la información que fui recogiendo de las reuniones individuales, hice un escrito. Lo compartí con Iran y fuimos pensando diferentes acciones para parar esa amenaza. Decidimos que había que convocar una última reunión para que entre todos decidiéramos por fin unas acciones que nos sirvieran para lograr nuestra supervivencia. Entre las acciones podía haber de todo, más reuniones, otras especies que nos enseñaban otras capacidades...

No me acuerdo exactamente qué día fue pero yo me encontrada tirada encima de un pequeño barrizal cuando empecé a oír un montón de ruidos diferentes. Corriendo subí al Akaratu a ver si podía ver algo. Sí!!! Qué contenta me puse!!! Ahí venían todos, dispuestos a trabajar, dispuestos a luchar!!!

Esa fue la tercera reunión. Allí fijamos el plan de acciones definitivo, en el que se encontraban las rondas de vigilancia entre todos los pájaros, un lenguaje específico para avisar si pasaba algo...

Y hoy aquí estoy, contándoos lo vivido hace ya un par de años, como veis seguimos aquí en “La Selva” más vivos que nunca, y ahora ya no hay miedo a las amenazas porque estamos unidos, nos sentimos más fuertes."


3 comentarios:

Anónimo dijo...

GENIAL FUE GENIAL, Y LO MEJOR EL SILENCIO DE LAS EMPRESAS QUE ESCUCHABAN EL CUENTO, LO CUAL FUE MUY SIGNIFICATIVO.
POCO A POCO ESTAMOS REUNIENDO A TODAS LAS ESPECIES ANIMALES Y CREO QUE TENDREMOS DENTRO DE POCO UN NUEVO LIBRO DE LA SELVA, PROMETE.
ALAZ

maimanah dijo...

Haber si es verdad y escribimos un buen libro, creo que entre todos lo conseguiremos! eskerrik asko Alazne idaztiarren!

Javi Mendibil dijo...

Bonito Maialen. imagino que además contado es más emocionante que leido.
Pero también me da la sensación de que tiene que haber continuación,¿no? ya me dirás...